Un viaje al pasado: la evangelización y su legado 

Construidos entre 1525 y 1570 por órdenes religiosas como los franciscanos, dominicos y agustinos, los monasterios fueron puntos clave para la propagación del cristianismo en la Nueva España. Situados en las laderas del Popocatépetl, en lo que ahora es el centro-sur de México, estos complejos arquitectónicos no solo sirvieron como centros religiosos, sino también como espacios de educación, arte y cultura.

Los más conocidos entre ellos son los conventos de Cuernavaca, Tepoztlán, Yecapixtla, Huejotzingo, Calpan y Tetela del Volcán, cada uno con características únicas que reflejan tanto la mano de obra indígena como la influencia europea.

Arquitectura: un puente entre dos mundos 

Lo que hace especiales a estos monasterios es su estilo arquitectónico único, una mezcla entre el gótico europeo y las técnicas constructivas locales. Las altas murallas que rodean los conventos evocan las fortalezas medievales, mientras que sus patios abiertos, utilizados para la enseñanza al aire libre, muestran cómo las órdenes religiosas se adaptaron a las costumbres indígenas de reunirse en espacios abiertos.

El Convento de San Francisco en Huejotzingo es uno de los más destacados por su fachada decorada con motivos prehispánicos que incluyen símbolos de la fertilidad, el agua y la tierra. Este tipo de sincretismo se observa en muchos de los conventos, donde los artistas indígenas dejaron su huella mediante frescos y decoraciones que reflejan sus propias creencias, mezcladas con los nuevos valores religiosos.

Arte y cultura en los monasterios 

Los monasterios no solo eran centros religiosos, sino también culturales. En su interior se encuentran pinturas murales de gran valor artístico que representan escenas bíblicas, pero con personajes y paisajes que evocan el entorno mexicano. Estos frescos muestran la habilidad de los artistas indígenas para incorporar elementos locales en su trabajo, creando una interpretación única del arte sacro.

Uno de los mejores ejemplos es el Convento de San Agustín en Acolman, famoso por sus murales y su vasta biblioteca, la cual llegó a ser un importante centro de aprendizaje y traducción en el siglo XVI.

El legado espiritual y cultural 

La construcción de estos monasterios jugó un papel crucial en la consolidación del cristianismo en la Nueva España y en el desarrollo de las comunidades que los rodeaban. Hoy, además de ser monumentos históricos, siguen siendo sitios de devoción y festividades locales. En muchas de estas localidades, las tradiciones religiosas mezclan lo prehispánico con lo católico, y las celebraciones patronales siguen siendo eventos importantes para los habitantes.

¿Cómo visitar estos tesoros? 

Si estás interesado en explorar los monasterios del siglo XVI, te recomiendo organizar un recorrido por los diferentes conventos ubicados en los estados de Puebla, Morelos y Estado de México. Cada uno ofrece una experiencia única, y algunos están rodeados de paisajes naturales impresionantes, con el Popocatépetl como telón de fondo.